El emblemático hospital oncológico de la UBA, que atiende a más de 100 mil personas al año, reclama la falta de presupuesto, la fuga de profesionales y el impacto del ajuste que ya dejó al Garrahan sin médicos.
Mientras familias de pacientes pediátricos abrazaban al Hospital Garrahan y personas con discapacidad se movilizaban por sus derechos, un nutrido grupo de pacientes con cáncer se unió a un emotivo abrazo al Instituto Ángel Roffo, el hospital universitario especializado en oncología, ubicado en el barrio porteño de Agronomía.
La comunidad se congregó para denunciar el profundo desfinanciamiento que afecta a esta institución emblemática de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y, por extensión, a la salud pública en general.
«El ajuste en salud enferma», exclamaron a viva voz el personal no docente, los profesionales de la salud y las familias que se sumaron al abrazo de la institución, que anualmente brinda atención a más de 100 mil personas con cáncer.
La preocupante fuga de profesionales de la salud formados en el ámbito estatal, un fenómeno que ya se observa en otros hospitales cruciales como el Garrahan, es una de las graves consecuencias de esta crisis. En este contexto, el Roffo se sumará el próximo jueves 17 de julio a la Marcha Federal en defensa de la salud pública, impulsada desde el hospital pediátrico de máxima complejidad.

«El conflicto es el que tienen todos los hospitales universitarios: el atraso en el presupuesto. Está congelado desde 2024 y desde 2023 no se modificó. El aumento de los costos de todos los insumos nos trae aparejado un terrible desfasaje por esta razón», explicó Roxana del Águila, directora del Roffo, durante el abrazo. «También aumentó la cantidad de pacientes y eso trae aparejado que no podamos atender a todos los pacientes como se merecen. La calidad en la atención es algo que no podemos negociar y si no tenemos los recursos necesarios cada día se nos hace más difícil seguir adelante«, enfatizó.
La directora señaló que la falta de recursos ha obligado a priorizar los tratamientos en detrimento del mantenimiento de la infraestructura y el equipamiento. «Nunca se interrumpieron los tratamientos porque ponemos por delante los insumos. Dejamos de poder arreglar ciertos aparatos, infraestructura, pero los insumos nunca se dejaron de proveer. Cada vez tenemos menos recursos. Son pacientes con cáncer y todo esto les genera gran incertidumbre. Y a nosotros, gran impotencia», expresó Del Águila.
Luciano Cagnacci, secretario general de APUBA, destacó la masividad de la convocatoria: «La masividad de este abrazo demuestra el cariño que le tiene la comunidad al Roffo y el compromiso con la defensa de la Salud Pública. Por eso estamos acá».
Al desfinanciamiento específico de las universidades, que golpea directamente al presupuesto del Roffo, se suman otras medidas que también repercuten en la atención de pacientes oncológicos. Un ejemplo claro es la «absorción» del Instituto Nacional del Cáncer (INC) por parte del Ministerio de Salud. Aunque la noticia fue formalizada recientemente, en el marco de las últimas desregulaciones promovidas por el gobierno de Javier Milei, lo cierto es que desde marzo el INC interrumpió su funcionamiento en la práctica.

Sin un aumento presupuestario desde 2024, sobre el último presupuesto aprobado en 2023, el Roffo atraviesa una crisis que se traduce en menos insumos, problemas edilicios y aparatología sin reparar. Por caso, la institución, que es un faro en el tratamiento del cáncer, lleva meses sin un mamógrafo en funcionamiento. La información oficial indica que se compró uno para reemplazar el anterior, pero aún no ha sido instalado.